A la hora de plantear un proyecto algunas de las preguntas que surgen son: ¿de verdad vale la pena invertir en este Proyecto? ¿Qué tanta ganancia arroja? ¿en cuánto tiempo podré ver esas ganancias? Para ser capaces de responder a estos y otros interrogantes es necesario valuar el proyecto, una tarea que puede parecer sencilla, simplemente sume los beneficios y reste los costos del proyecto y ¡presto!, tenemos la valuación… ¿verdad?
La verdad es que medir el valor de un proyecto no es tan sencillo, ya que no solo se deben tener en cuenta los posibles ingresos y egresos en el futuro, sino también el valor del dinero en el tiempo. A esto nos referimos no solo al Costo de Oportunidad, sino también a la posible apreciación o depreciación del dinero a lo largo del tiempo. Aun mas, los ingresos y egresos del futuro puede que no estén tan bien vislumbrados, y que existan incertidumbres y riesgos que evitan que podamos asegurar con certeza que ingresos o egresos se producirán a largo plazo. Pero entonces, ¿Cómo medimos el valor de un proyecto? ¿Cómo le aseguramos a quien esté dispuesto a invertir que sus inversiones serán recompensadas? A continuación, este post expondrá algunos de los métodos más comunes para calcular el valor de un proyecto, así también como sus ventajas, desventajas y posibles casos en donde suelen ser la mejor opción para medir uno o más proyectos.
Para empezar, ¿Cómo podemos plasmar el valor del dinero en el tiempo? La respuesta es valuando dicho dinero en el momento presente. La forma de hacerlo es utilizando el Valor Actual Neto (VAN), el cual divide los ingresos o egresos futuros por un coeficiente de interés o tasa de descuento. En economías con altas tasas de interés o altas tasas de descuento, el valor futuro podría ser mucho menor que el actual, mientras que con bajas tasas de interés o de descuento, la depreciación no será tan significativa. Al calcular el VAN obtendremos un valor que nos permitirá saber si el proyecto es o no aceptable. En caso de que el VAN sea positivo, el proyecto es aceptable. Si el VAN es negativo el proyecto es rechazado. ¿Y qué sucede si VAN es igual a cero? La respuesta es que, monetariamente hablando, el proyecto puede ser aceptado o rechazado, aunque en estos casos es aconsejado realizar el proyecto siempre que el mismo traiga cambios positivos en ámbitos tales como tecnológicos, sociales o ambientales.
El cálculo incremental de la VAN nos permite no solo calcular si un proyecto es rentable o no, sino también comparar dos proyectos excluyentes entre sí de igual duración y ver cuál de ellos es más rentable.
Pero ¿Qué sucede cuando existen más de dos proyectos rentables? ¿Qué pasa si no son excluyentes, pero existe un límite de presupuesto? Para estos casos el criterio a utilizar suele ser el de la Tasa Interna de Retorno (TIR). La TIR representa la tasa de interés más alta que un inversionista podría pagar sin perder dinero, por lo que los proyectos rentables serán aquellos en los que la TIR sea mayor o igual a la Tasa de Descuento o Tasa de Corte. Dicho esto, a la hora de elegir proyectos de igual duración, se elegirán aquellos con mayor TIR, siempre que respeten los límites presupuestarios. Cabe recordar que la TIR no nos permite comparar proyectos mutuamente excluyentes, pero si resulta de gran utilidad cuando se desea comparar un gran número de proyectos.
Hasta ahora hemos podido calcular los valores actuales de los proyectos para ver si es rentable o no, pero aún no hemos respondido a la pregunta: ¿En cuánto tiempo podremos ver esas ganancias? Para responder a esta pregunta se utilizan los métodos de Periodo de Recupero (PR) y Periodo de Recupero Descontado (PRD).
El PR mide la cantidad de periodos necesarios para recuperar la inversión inicial. El mismo lo hace restando la inversión inicial y sumando los flujos esperados, y una vez con balance positivo se tiene el periodo de recupero. El problema con este método es que el mismo no considera el valor del dinero en el tiempo, ya sea por depreciación o por costo de oportunidad, por lo que habitualmente se utiliza el método del PRD.
El PRD actualiza los flujos de fondos de cada periodo de la misma forma en que lo haría la VAN, y calcula el periodo de igual forma que el PR, restando la inversión inicial y sumando los flujos actualizados de cada periodo hasta que el valor sea superior a cero. Para ambos criterios, se acepta el proyecto si el periodo de recupero es menor al tiempo requerido de recupero.
El problema que tienen tanto el PR como el PRD es que los mismos adoptan un límite arbitrario a la hora de calcular el periodo de recupero, y que no tienen en cuenta flujos posteriores a dicho periodo. Además, estos métodos podrían rechazar proyectos con VAN positiva (rentables) por tener periodos de recupero demasiado largos. Por último, estos métodos no permiten realizar una evaluación de proyectos mutuamente excluyentes.
Otro método sumamente utilizado para valuar un proyecto es el criterio de Índice de Rentabilidad (IR), el cual relaciona el flujo futuro de fondos descontados con la inversión inicial requerida. Para hacerlo, el IR divide el VAN por la inversión inicial, y de esta forma el índice de rentabilidad nos permite elegir entre distintos proyectos de VAN positivo. A diferencia de otros métodos el IR no solo nos muestra si un proyecto arroja ganancias, sino que tanta ganancia en comparación con la inversión utilizada (después de todo, un proyecto con una ganancia de $200.000 con una inversión inicial de $50.000 puede ser mucho más llamativo que uno que requiere una inversión inicial de $500.000 y que obtiene la misma ganancia). Sin embargo, este método es inefectivo a la hora de evaluar proyectos mutuamente excluyentes.
Estos métodos suelen ser los más utilizados por los responsables de proyectos a la hora de valuar el mismo, sin embargo, existen otros métodos a ser considerados, tales como la Tasa de Retorno Contable (TRC) (la cual define la rentabilidad anual esperada según la utilidad esperada de un periodo y la inversión inicial requerida), la Razón Beneficio/Costo (RBC) (la cual es la razón entre los beneficios y el costo de cada periodo), el Valor Actual Neto Equivalente (VAE) (el cual compara proyectos con distinta duración o vida útil) y la Tasa de Rendimiento Mínimo Aceptable (TREMA), entre otros. La TREMA en particular es de suma importancia debido a que en sus cálculos están incluidos los efectos de la inflación. La TREMA representa la tasa mínima que permite cubrir los egresos de la operación, la totalidad de la inversión inicial, los intereses que deberán pagarse por incurrir en capital ajeno o inversionistas, los impuestos y la rentabilidad que los inversionistas exijan de su propio capital invertido.
En conclusión, podemos afirmar que las formas de valuar un proyecto son numerosas y variadas, que cada una refleja un punto de vista distinto acerca del flujo de fondos de un proyecto y que cada método tiene sus ventajas y limitaciones. La pregunta entonces sobre que método utilizar se responde con que el método a utilizar dependerá de quien evalúa el proyecto y que elige mostrar del mismo.
Fuentes:
Lic./ Esp. Verónica Diana Pepe “Diseño, Evaluación y Gestión de Proyectos - Unidad N° 4 - Criterios de Decisión, Inflación y Tasa de Descuento”
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