Todas las personas poseen un cerebro, pero a su vez dentro de él se pueden observar dos partes principales, una que piensa y otra que siente. Estas dos formas, fundamentalmente diferentes de conocimiento, interactúan para construir nuestra vida mental. Una, la mente racional, es la forma de comprensión de la que somos típicamente conscientes: más destacada en cuanto a la conciencia reflexiva, capaz de analizar y meditar. Pero junto a éste, existe otro sistema de conocimiento, impulsivo y poderoso, aunque a veces ilógico: la mente emocional.
La dicotomía emocional/racional se aproxima a la distinción popular entre “corazón” y “cabeza”. Estas dos mentes, emocional y racional, operan en ajustada armonía en su mayor parte, entrelazando sus diferentes formas de conocimiento para guiarnos en el mundo. Por lo general existe un equilibrio entre mente emocional y racional, en el que la emoción alimenta e informa las operaciones de la mente racional, y la mente racional depura y a veces veta la energía de entrada de las emociones. Sin embargo, cuando aparecen las pasiones, la balanza se inclina: es la mente emocional la que domina y aplasta la mente racional.
En relación a los Líderes de las empresas no les alcanza por tener una gran capacidad técnica o intelectual para la toma de decisiones y resolución de conflictos; necesitan sumar otro tipo de habilidades o aptitudes emocionales, como por ejemplo:
Saber escuchar y comunicarse oralmente.
Adaptabilidad y respuestas creativas ante los obstáculos.
Dominio personal, confianza en uno mismo, motivación para alcanzar objetivos.
Efectividad grupal e interpersonal, espíritu de colaboración en equipo, habilidad para negociar desacuerdos.
Efectividad en la organización, deseo de contribuir, potencial para el liderazgo.
La inteligencia emocional determina nuestro potencial para aprender las habilidades prácticas que se basan en sus cinco elementos:
Conocer las propias Emociones: La conciencia de uno mismo -el reconocer un sentimiento mientras ocurre- es la clave de la inteligencia emocional. La capacidad de controlar sentimientos de un momento a otro es fundamental para la penetración psicológica y la comprensión de uno mismo. Las personas que tienen una mayor certidumbre con respecto a sus sentimientos son mejores guías de su vida y tienen una noción más segura de lo que sienten realmente con respecto a las decisiones personales.
Manejar las Emociones: Manejar los sentimientos para que sean adecuados es una capacidad que se basa en la conciencia de uno mismo. Las personas que carecen de esta capacidad luchan constantemente contra sentimientos de aflicción, mientras aquellas que la tienen desarrollada pueden recuperarse con mucha mayor rapidez de los reveses y trastornos de la vida.
La propia Motivación: Ordenar las emociones al servicio de un objetivo es esencial para prestar atención, para la automotivación y el dominio, y para la creatividad. El autodominio emocional –postergar la gratificación y contener la impulsividad- sirve de base a toda clase de logros. Las personas que tienen esta capacidad suelen ser mucho más productivas y eficaces en cualquier tarea que emprendan.
Reconocer Emociones en los demás: La empatía, otra capacidad que se basa en la autoconciencia emocional, es la habilidad fundamental de las personas. Significa comprender los sentimientos y las preocupaciones de los demás y su perspectiva; apreciar cómo la gente siente de diferente manera respecto a las cosas. Las personas que tienen empatía están mucho más adaptadas a las sutiles señales sociales que indican lo que otros necesitan o quieren. Esto los hace mejores en profesiones tales como la enseñanza, las ventas y la administración.
Manejar las Relaciones: El arte de las relaciones es, en gran medida, la habilidad de manejar las emociones de los demás. Estas son las habilidades que rodean la popularidad, el liderazgo y la eficacia interpersonal. Las personas que se destacan en estas habilidades se desempeñan bien en cualquier cosa que dependa de la interacción con los demás.
La aptitud emocional es importante sobre todo en el liderazgo, papel cuyo esencia es lograr que otros ejecuten sus respectivos trabajos con más efectividad. La ineptitud de los líderes reduce el desempeño de todos: hace que se malgaste el tiempo, crea malas relaciones, disminuye la motivación y la dedicación al trabajo, acumula hostilidad y apatía.
Fuentes:
Goleman, Daniel "El cerebro y la inteligencia emocional: Nuevos descubrimientos". Penguin Random House Grupo Editorial España. 2015
Pepe, Verónica Diana. "Exposición Teórica N°6 de la materia "Diseño, Gestión y Evaluación de Proyectos" de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
Muy bueno el artículo Lucas!!!